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Harris planea prohibir la ‘especulación de precios’ en los comestibles. ¿Es viable?

El aumento de los precios cuando la demanda supera a la oferta es un principio económico elemental. La pregunta es si la pandemia ha producido un exceso de consumo, y en qué medida.

Produce shelves at a grocery store, with carrot bunches, bags of potatoes, leafy greens and other items.
El costo de los comestibles, que los consumidores compran con regularidad, desempeña un papel importante en la formación de la opinión de los estadounidenses sobre la inflación, según muestra la investigación económica.Credit…Kerry Tasker para The New York Times

Jim Tankersley y

Reportando desde Washington

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El plan económico de la vicepresidenta Kamala Harris para su campaña presidencial incluye un argumento que responsabiliza a la especulación de las grandes empresas por los altos precios de los alimentos.

Ese mensaje tiene buenos resultados en las encuestas, entre los votantes indecisos. Ha sido adoptado por los grupos progresistas, que de manera regular señalan a la especulación de precios como un causante de la rápida inflación, o al menos algo que contribuye al veloz aumento de los precios. Esos grupos aplaudieron el anuncio de Harris, a última hora del miércoles, acerca de que pediría una prohibición federal de la especulación de precios corporativa en los supermercados.

Pero, los argumentos económicos sobre este tema son complejos.

Los economistas han citado una serie de fuerzas que han impulsado el alza de los precios en la recuperación de la recesión pandémica, incluyendo los retrasos en las cadenas de suministro, un cambio repentino en los patrones de compra de los consumidores, y el aumento de la demanda de los clientes impulsada por el estímulo del gobierno y las bajas tasas de la Reserva Federal. La mayoría de los economistas afirman que esas fuerzas son mucho más responsables de la subida de los precios en ese periodo, que el comportamiento de las empresas.

Los economistas del gobierno de Biden han constatado que el comportamiento de las empresas ha contribuido a elevar los costos de los alimentos en los últimos años, pero que otros factores han desempeñado un papel mucho más importante.

El anuncio de la campaña de Harris citó la consolidación de la industria cárnica como un impulsor de los precios excesivos de comestibles, pero los funcionarios no respondieron el jueves a preguntas sobre las pruebas que Harris citaría o cómo funcionaría su propuesta.

Hay ejemplos de empresas que les han dicho a los inversionistas en los últimos años que han podido subir los precios para aumentar sus ganancias. Pero incluso el término “especulación de precios” significa cosas distintas para cada persona.

Para algunos, significa que las compañías utilizan la escasez como una oportunidad para subir los precios de manera rápida, aprovechando un desequilibrio entre la oferta y la demanda para obtener enormes ganancias.

Este tipo de comportamiento es habitual —incluso esperado— en economía, y suele aparecer cuando los productos se vuelven difíciles de conseguir.

Para otros, la “especulación de precios” sugiere que las empresas deciden producir menos —para mantener la escasez de algo— con el fin de poder cobrar más. Al menos, en teoría, esta situación debería ser temporal. Nuevos competidores entrarían en el mercado y ofrecerían productos a un precio asequible. Y algunos parecen utilizar el término para referirse a que las empresas han aprovechado un momento de rápida inflación para implementar sus propias subidas de precios.

Para entender exactamente qué papel han desempeñado las ganancias de las empresas en la explosión inflacionaria pandémica, vale la la pena repasar cómo se desarrolló la inflación.

Los precios se dispararon a partir de 2021, cuando los cierres de fábricas y los problemas en la cadena de suministro desencadenaron la escasez de algunos productos —incluidos automóviles y muebles— al mismo tiempo que los cheques de ayuda a los perjudicados por la pandemia y los cambios en el comportamiento de los consumidores vinculados a la pandemia contribuyeron a impulsar la acalorada demanda de bienes físicos por parte de los consumidores.

La inflación siguió acelerada en 2022, agravada por el inicio de la guerra de Rusia en Ucrania, que contribuyó a elevar los precios de los combustibles y los alimentos. Ese año y a principios de 2023, se extendió a diversos precios de los servicios.

Los saltos de precios fueron especialmente dolorosos en categorías como los comestibles. En su punto álgido, en agosto de 2022, los precios de los alimentos en el hogar subieron un 13,5 por ciento respecto al año anterior.

Y eso es importante para el hogar y el votante típicos. Los estudios económicos sugieren que el costo de los comestibles —que los consumidores compran con regularidad, viendo los precios claramente anunciados— desempeña un papel importante en la formación de la opinión de los estadounidenses sobre la inflación.

Pero la inflación se ha ralentizado notablemente en el último año, y ahora casi ha recuperado el ritmo que tenía antes de la pandemia. El índice de precios de consumo subió un 2,9 por ciento en el año hasta julio, según datos de esta semana, la primera vez que la inflación ha caído por debajo del 3 por ciento desde 2021.

Mientras los economistas vuelven a analizar por qué la inflación alcanzó un ritmo tan rápido en su punto álgido, algunos apuntan a la especulación de los precios. Es evidente que las ganancias de las empresas aumentaron durante la pandemia. Y, a lo largo de 2022 y gran parte de 2023, las empresas hablaron con regularidad sobre el nuevo poder de fijación de precios que tenían, y cómo estaban tratando de mantener a los clientes comprando más productos “premium“ a precios más altos.

Los investigadores de la organización liberal Groundwork Collaborative de Washington publicaron un informe en enero en el que calculaban que los márgenes de ganancia de las empresas representaban aproximadamente la mitad de la inflación estadounidense en la segunda mitad de 2023.

Pero algunos economistas señalan que las compañías pudieron obtener esas ganancias por una razón: la demanda de los consumidores era muy fuerte. Los esfuerzos del Sistema de la Reserva Federal y el Congreso para impulsar a los hogares y los negocios durante la pandemia, como los pagos de 1400 dólares para particulares que Biden firmó como parte del plan de rescate económico a principios de 2021, impulsaron el consumo.

“Si los precios están aumentando en promedio con el tiempo y los márgenes de ganancia se expanden, eso podría parecer una especulación de precios, pero en realidad es un indicador de un amplio aumento de la demanda”, afirmó Joshua Hendrickson, economista de la Universidad de Mississippi, quien ha escrito con escepticismo sobre las afirmaciones de que el comportamiento corporativo está impulsando los precios al alza. “Estos amplios aumentos tienden a ser el resultado de una política monetaria o fiscal expansiva, o de ambas”.

Varios economistas dijeron que, al chocar la fuerte demanda con la escasa oferta, la economía funcionó más o menos como cabría esperar. Sin bienes suficientes para satisfacer la fuerte demanda, las empresas empezaron a cobrar todo lo que podían por lo que tenían que vender. Los precios más altos empujaron a las empresas a producir más, lo que ayudó a recuperar la oferta y a que la inflación volviera a enfriarse.

“Los precios de los huevos subieron el año pasado porque no había tantos huevos y eso provocó una mayor producción”, afirmó Jason Furman, economista de Harvard que trabajó en el gobierno de Barack Obama.

Incluso en productos como los comestibles, el aumento de los precios no solo se debió a las ganancias de las empresas. La pandemia también estimuló un aumento de los salarios nominales de los trabajadores, lo que ha contribuido al incremento de los precios. Investigadores del Banco de la Reserva Federal de Kansas City informaron el año pasado que el rápido crecimiento del empleo en Estados Unidos y los aumentos salariales que trajo consigo contribuyeron en gran medida a la subida de los precios de los alimentos.

Sin embargo, algunos economistas sugieren que en un mundo en el que las crisis de suministro podrían ser más frecuentes —por causas como las guerras comerciales, la inestabilidad geopolítica y el cambio climático—, el gobierno debería encontrar maneras de evitar que las empresas reaccionen ante una repentina escasez de suministro con un fuerte aumento de los precios.

Isabella Weber, economista de la Universidad de Massachusetts Amherst, dijo que la escasez y el aumento de los costos de las materias primas durante la pandemia parecían funcionar como una herramienta de coordinación: muchas empresas descubrieron que podían cobrar más porque sus competidores hacían lo mismo. Eso les permitió mantener o incluso aumentar sus ganancias.

Esto podría sentar un precedente preocupante, dijo Weber. En futuras crisis, es posible que las empresas no sientan tanta urgencia por solucionar rápidamente los problemas de la cadena de suministro, conscientes de que pueden obtener grandes ganancias mientras tanto.

Y aunque es probable que las empresas aumenten la producción y bajen los precios a largo plazo —con el tiempo se enfrentarían a la reacción de los consumidores o perderían frente a la competencia—, incluso un periodo temporal de inflación muy alta puede ser duro para el ciudadano de a pie.

“Si los peores momentos para el ciudadano de a pie acaban siendo los mejores para las empresas”, dijo, la gente podría sentirse engañada. “Una especie de contrato social básico se está resquebrajando”.

Weber aplaudió el plan de Harris para combatir la especulación de precios en los supermercados.

Furman, por el contrario, dijo que existía el riesgo de que las políticas destinadas a frenar la especulación de precios de las empresas impidieran el ajuste de la economía. Si los precios no suben en respuesta a una fuerte demanda, las nuevas empresas no se sentirán tan inclinadas a entrar en el mercado para aumentar la oferta.

“No es una política sensata, y creo que la mayor esperanza es que termine siendo mucha retórica y ninguna realidad”, dijo. “Aquí no hay ventajas, y sí algunas desventajas”.

Jim Tankersley escribe sobre la política económica de la Casa Blanca y cómo afecta al país y al mundo. Ha cubierto el tema durante más de una docena de años en Washington, centrándose en la clase media. Más de Jim Tankersley

Jeanna Smialek escribe sobre la Reserva Federal y la economía para el Times desde Washington. Más de Jeanna Smialek

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